“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negaron al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismo destrucción repentina”. 2 Pedro 2:1 En el primer siglo de la iglesia cristiana surgieron muchas herejías; entre las mayores fueron los Ebionitas, Cerintianos, Nicalaítas, Menandrianos y los Gnosticos. Estas herejías fueron muy dañinas y destructivas dentro de la iglesia.
En II Pedro 2:2, nos comenta el apóstol que en los últimos tiempos “muchos seguirán sus disoluciones”. La palabra disolución en griego es “Apollum”; significa destruir por completo, perdición, ruina. El apóstol nos advierte la destructora que son esas herejías para la iglesia cristiana. En el verso 3 nos dice: “y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme”. Lo que Pedro nos advierte es de falsos predicadores y maestros que vendrán para el último tiempo, en mensajes subliminales donde, trabajan en nuestro subconsciente para ellos enriquecerse. Pidiendo grandes ofrendas y vendiendo el mensaje Santo de Dios. “Palabras fingidas” (vr. 3) viene del griego “Plastós”, que significa moldear, fingida o manipular a nuestro antojo. El sincretismo religioso no es moderno (sincretismo es la liga de dos ideas que son opuestas, pero que son forzadas a concordar), por ejemplo, San Agustín, un padre de la Iglesia del siglo cuarto, antes de su conversión había abrazado el maniqueísmo, también arrastraba ideas como el zoroastrianismo, budismo, folklore babilónico y finalmente la cristiandad. Para el año 386 Agustín pasó a través de una crisis de conciencia y finalmente se hizo cristiano, sin embargo, durante su vida buscó reconciliar las escrituras con las ideas platónicas. Muchos seguidores de San Agustín siguieron sus pasos, y aún hoy día vemos vestigios de los filósofos humanistas en no solo pastores, sino también, en universidades cristianas que arrastran las multitudes en herejías destructivas. Uno de los pensamientos falsos que ha hecho más daño a la Iglesia cristiana y se nos ha vendido como una “gran” verdad es el movimiento de la antes llamada “Super fe”. Antes que este movimiento creciera, un predicador llamado Phineas Parkhurst Quimby (1802-1866), decía que la enfermedad y el sufrimiento era originario de una forma incorrecta de pensar.
Quimby y sus proponentes creían que el hombre a través del poder de la afirmación positiva (confesión) podrían crear su propia realidad. Esta idea viene de la metafísica que creía que visualizar la salud y las riquezas y luego reafirmarlos con tus labios podía transformarlos en una realidad tangible. Estas ideas son promovidas en cultos tales como; ciencia religiosa, ciencia cristiana y la escuela unitaria de cristianismo. Este tipo de “super fe” tiene sus raíces no en la palabra de Dios, sino en la metafísica misma. Otro proponente de herejías humanistas provocado por los filósofos humano lo es Essek William Kenyon. Sus ideas provienen de escuelas de pensamiento como: ciencia de la mente, escuela unitaria de cristianismo y la metafísica del nuevo pensamiento. Las frases popularizadas eran: “Prosperidad” y “lo que afirmo eso poseo”, “creía que cada hombre que haya nacido de nuevo es una encarnación y el cristianismo es un milagro.
El creyente es una encarnación como lo fue Jesús…” La serie de T.V. “L.A. Pastors” es una versión de estas herejías. Las enseñanzas de Roy y Rob Rufus sobre “Hyper Grace” (hiper gracia), donde la gracia es inflada en forma exagerada torciendo la idea Bíblica de la gracia. Los maestros (falsos) de la Híper Gracia creen que en el momento que somos salvos, Dios pronuncia que todos nuestros pecados han sido perdonados – significa pasado, presente y futuro- y que no hay necesidad de confesar ni pedir a Dios por perdón pues están perdonados para siempre. La Biblia no dice que los pecados futuros están perdonados, lo que dice es que ya están pagados en la cruz, pero que el pecado futuro y aún el presente tiene que ser confesado para el perdón de pecados.
